La Villavesa es mi centro de operaciones ideal. Me suelo ubicar por el centro, por que así puedo interceptar mejor a mis víctimas , delante y por detrás.Me acomodo en el asiento, al lado de la ventanilla y cruzo los dedos para tener suerte, llevo días sin robar y estoy un poco nervioso.
Ya en Uharte, sube un candidato. Su gran estatura hace que no pase desapercibido, pero intuyo que le da igual. Se sienta cerca mía, casi enfrente, abre un libro, pero no acierto a leer su portada. Se abstrae inmediatamente en la lectura. Para él ya no existe nadie a su alrededor. Viaja , mas bien bucea, entre las páginas del libro. Me fijo que mueve levemente los labios, escondidos tras su bigote y barba blanca. Es como yo, no sabe leer mentalmente. Por lo demás está en una quietud sorprendente, que solo rompe cuando inexplicablemente se recoloca las gafas una y otra vez, no se bien si es que le vienen grandes o en realidad es tan solo un “tick”. Le robo su capacidad para ignorar todo lo que acontece fuera de ese libro.
En Atarrabia hay un montón de gente en la parada, estoy un momento confuso, entre tanta gente me es difícil eligir mi próxima víctima. La localizo, una chica, algo mas joven que yo. Ha subido al autobús hablando por el móvil. Viste "raro". Una cazadora de cuero marrón, botas de media caña. Parece que va con un uniforme de guerra de los años treinta. También me llama la atención la energía con la que anda, levanta el aire al pasar y deja una fragancia de perfume ya casi gastado . Da sensación de estar todo el día en una actividad frenética. Se sienta a mi lado. Sigue hablando por el teléfono, sonríe mientras habla, tiene una sonrisa de chico travieso, mueve la cabeza afirmativamente, no, ahora dice que no , vuelve a sonreír. Le oigo las últimas palabras antes de cerrar el móvil y guardarlo, - Chao, nos vemos. Un beso. Gira su cabeza y me mira un instante, me ha mirado pero no me ha visto y entonces he podido ver sus ojos. Me los quedo. Son impresionantes. Dos charcos en un día azul claro. Se los robo, y robo esa sonrisa, y robo su imagen de persona activa , ocupada y vital.
En Burlata , mi atención se la lleva un niño, tendrá dos años, va en los brazos de quien supongo es su madre. Se sientan enfrente mía. El niño ríe y ríe. Me acuerdo de mi hijo. Y sigue riendo, casi a carcajadas, mientras su madre le hace gracias con la boca. Cada risa se funde en el espacio ya viciado de esta Villavesa llena, pero entre todas las voces, esa risa, es como una banda sonora. Llego tarde para robarle la carcajada, por que media Villavesa a vuelto la cabeza para ver al niño, y a todos se les ha dibujado una sonrisa. Decido robar la ternura del momento.
Me bajo en Iruña. Con mi botín guardado en la memoria. Y mientras camino, voy pensando, que tiene que ser bonito, ser tú el robado. El que algo de ti, haya quedado en la memoria de otra persona. Una pequeña huella, durante un instante, durante un segundo.
4 comentarios:
Josu... qué bonito!!! Yo he vivido eso mismo, sobre todo en la villavesa, en aeropuertos, en estaciones de tren o por las noches en el balcón de mi casa..., ya sabes, esos momentos tan escasos en los que te sientas de forma anónima a esperar algo o porque sí y mientras observas. Joé, nunca lo habría escrito, pero es eso exactamente. Gracias, me ha dado mucho gustico leerte,
Itzi
Hermosísimo mi amigo!, son ese tipo de confesiones que alegran leerlas, pues son los mismos vicios, salvando las distancias y culturas. Y quien asegure no desear le roben de esta hermosa manera, es un mentiroso!, mira si entre egocéntricos vamos a andar ocultando virtudes, jeje.
Me alegra leerte tan seguido, se nota que a caído bien este invierno!.
Un abrazo, Pako
Garcias, por vuestros apuntes.
No ha caido bien el invierno. Me hametido en el mundo interno, abriendo el debete existencialista que vengo arrastrando toda mi vida.
Pero bueno...
Cuestion terapeutica, escuchandome a mi mismo, para saber procesar lo que en mi cabeza hierve.
Tiempo al tiempo, y mientras tanto garantizar que la lluvia no me empape.
Gracias de nuevo, y gracias por sentir.
Kaixo Txiski. Me ha encantado esta historia tuya de la villavesa. Yo también soy como tú que voy en la villavesa metiendome en las vidas de los que veo. Hay veces que le miro tan atentamente a alguien, sin darme cuenta, que luego esa persona me pilla y me mira con un qué pasa en la cara. Si además durante un tiempo coges siempre la villavesa a la misma hora es todabía más intenso. Ya sabes dónde se van a subir los de a diario y si no lo hacen, te preocupas pensando: ¿se habrá dormido?. Y también he sentido lo contrario que es el hacer un viaje con alguien pegado a mí de atarrabia hasta iruña, bajarme de la villavesa, y pensar: "no me he percatado de la persona que tenía a mi lado" y me ha producido tristeza. Y el otro día que tú ivas en la villavesa y nosotras por la calle, me pareció como un pequeño esquéch de una obra de teatro, y me produjo un cálido sentimiento que me dejó muy buen sentimiento. ESKU MINA
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