He acudido en estos días a varias conferencias de arte, a un cursillo intensivo sobre textos teatrales, a la vez que me estoy peleando con un libro de David Mamet, todo esto unido a los últimos ensayos de Operación Oteiza...
Una marea brutal de conocimientos, que a duras penas consigo meter en mi cabeza.
Reconozco que cuanto más sé, mas percibo mi propia ignorancia y el tamaño descomunal de mis limitaciones.
Tengo dos opciones. Una: Ceder a la tentación de cerrar la ventana al mundo, guardar los libros, recoger la mesa, apagar el ordenador y echarme a dormir. Abandonarme.
¿Como un enamorado sin respuesta?.
Enamorado de un imposible. Amores así, dicen, que hacen enfermar y solo se curan con baños de resignación y alguna lágrima en la almohada .
La segunda opción es seguir trabajando, siendo consciente que para levantar algo, previamente debo cimentar bien la base.
Es ahora cuando soy consciente de que no basta intuición, pasión, y amor. También es imprescindible los conocimientos y las técnicas. Y claro está, para eso se precisa también tiempo, mucho tiempo. Y justamente, es lo que no me queda.
Ya os contaré.
La marea: de VETUSTA MORLA.
Actuán el sábado 29 de Noviembre en el Totem
(¡Ojo!. Despues de la funcion de Operacion Oteiza).
La marea me dejó arenas de plata
que pondré en el reloj del tiempo que no pasa
La marea me dejó islas inundadas
donde atrapar con mi red una historia de piratas.
La marea me dejó la piel cuarteada,la miel en los labios,
las piernas enterradas.
La marea de dejó maromas de un barco
algas tejidas en forma de desengaño.
La marea me dejó unas conchas sin nombre
con que el niño hace un collar de un alfabeto
que no entiende el hombre.
La marea me dejó la piel cuarteada,la miel en los labios,
las piernas enterradas.
La marea me dejo cangrejos alados,burbujas de hielo
y un libro en blanco.
La marea me dejó los versos borrados,la tinta,
un borrón,un papel mojado.
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