El movil. (O el telefono celular, que le llaman en America). Se ha convertido en breves años en una extension ortopédica de mi mano. Ya es que no lo llevo en el bolsillo, lo llevo en la mano. Y quitando estos días que me han llamado amigos/as preocupados, por las cosas que escribo, no es que me llame mucha gente. Mas bien llamo yo. Es decir, que podria prescindir de él tranquilamente. Y sin embargo, se ha convertido en costumbre, mirarlo para ver si hay mensajes o llamadas perdidas... que pocas veces hay. Pero es que además, en situaciones incomodas de esas que estás solo y no sabes que hacer, en el bar, a la salida de alguna reunión, o simplemente cuando quiero desbaratar la posible imagen de soledad o confusión ante los demas, lo abro y lo miro y remiro, o acabo poniendomelo en la oreja, como si en realidad estuviera saturado de gentes , confidencias o trabajos varios...
Supongo que una persona distante ,podria calificar el tema, como un problema de soledad. Pero es que tampoco eso es cierto. Afortunadamente me rodea mucha gente, familiares y amigos/as de verdad, de los que sin llamarles acuden, ante cualquier señal extraña que perciben de mi.
Yo no sé que es ... Posiblemente sea, que no espero las llamadas, si no la llamada. Una muy especial. Esa que me haga a mi mismo. Esa que me diga.
- ¡Txiski! ¡Por fin te encontré!.
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