Acababa de meterse una "raya". Así, delante mía.
No tengo costumbre presenciar estas cosas y lo cierto que me resulta un poco violento e incluso desagradable. Pero si quiero ser un tío de mundo, muy enrollado yo, de cabeza abierta y súper, como los que compran El Pais los domingos -Mas que nada por la cosa de la cultura...- , preciso aguantar la escena con un par.
Ella me invita. Le digo que no tomo drogas pero que como soy superabierto a mi no me importa que tomen los demás, que además soy superliberal y súper... como ella. Soy super-como-ella aunque no tome drogas. Ella sonríe y me dice que -se mete rayas hasta el presidente-. Prefiero no preguntar a que presidente se refiere, y también me dice que el rey. Tampoco le pregunto a que rey se refiere, mejor no saberlo. -¿Tu te crees que si fuera tan malo lo tomarían ellos?-. Me está tendiendo una encerrona. Y me veo como Gila, con boina y todo, con las gallinas por el metro de Madrid.
Ya no le escucho.
Ella habla y habla, pero no puedo seguirle la conversación. Me concentro en sus ojos, tiene una ligera miopía. Los tiene más vidriosos que nunca , parecen desorbitados, es más, temo que alguno se le caiga y acabe rodando por el suelo, están como hinchados, supongo que es algo normal después de esnifar, pero lo cierto es que me imponen. Se han convertido en unos ojos exageradamente bonitos, tanto tanto, que están en esa linea de entre bonitos o imposibles. Pienso que si los pintara, que si haría un cuadro con ellos, a la gente le parecería unos ojos irreales. Parecen los ojos de los muñecos de esos tebeos japoneses. De repente me agarra el brazo y me asusta abriendo esas pelotas azules todavía mas. -¡Anda pruebalo!- Insiste. Ella es un ángel tentador, irresistible. Y en momentos como estos , maldigo mi debilidad por los ojos miopes.-No, no insistas, temo que si lo hago me ponga muy loco. No estoy acostumbrado...- Intento escabullirme. -¡¡¡Uyyyy!!! Eso quiero... que te pongas loco loco, a ver si animamos esto.- Y me sonríe picaronamente.
-¿Y si acabo arrancándote los ojos?- Le digo poniéndole voz a todo lo que me estaba imaginando al mirarla.
-¡¿Que?!
-Que me encantaría arrancarte los ojos, guardarlos en un bote en alcohol, como las endrinas en el patxaran... y así la gente vería que son de verdad... ¡que tus ojos existen!.
Me mira durante unos segundos, sin expresión, no me dice nada. Recoge sus cosas y se va. No lo entiendo... Ni adiós me ha dicho. Que pena de muchacha. Fijo que la última raya le ha sentado mal. Para que luego digan.
JOSU.
3 comentarios:
Maestro!, impresionante relato. Es de los que me agradan leer, felicitaciones por la inspiracion (leer sin ironias).
MUY CHULO,YA SE HECHABA DE MENOS ALGUN RELATO.
NOS VEMOS EL SABADO.
Que gusto que os guste... Oye que lo han publicado en la revista local Ibaialde... y yo ni ídea.
Jope!! van a pensar que tengo enchufe en esa revista.
Un abrazo.
Josu.
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