Encontrarnos con otros ojos

Me gusta recibir correos, de esos que amigos y amigas te solicitan un favor, o te mandan un cariño o un tirón de orejas. Pero lo cierto es que los correos electrónicos son algo inhumanos, carentes de eso que hace que uno interprete correctamente lo que se esta diciendo. Los gestos, la mirada.

Los gestos, esa comunicación no hablada, que es tan importante a la hora de interpretar lo que se está diciendo o escuchando. Por eso prefiero la conversación con un café o una cerveza mediante, en una cafetería.

Una sonrisa puede rubricar una critica sin que esta se vuelva en algo dramático para el criticado, o unos ojos abiertos como platos, pueden expresar en toda su dimensión la impresión que te ha causado una idea determinada, llenando de alegría a tu interlocutor.

Para alguien como yo, con una lista de adjetivos tan limitada, justamente esos gestos son mi mejor aliado.

Pero cada vez son menos esos encuentros en cafeterías, sustituyéndolo por correos fríos y breves. No hay tiempo. La prisa no concede tregua. Y no tenemos tiempo para ese café. Pero también creo que tenemos miedo. Cada vez más. De encontrarnos con otros ojos, otras verdades...
De esta forma se unen la prisa, el miedo y la pereza, forjando el silencio y la sordera.
¿De que color son tus ojos? ¿Y los mios?.