25 ene 2013

La vida tiene los brazos fuertes.

Suena triste. A ruidos internos, al latido y a veces ensordecedor latido propio.
A horas de soledad frente a los espejos del alma, proyectando palabras contra un monitor de 19 pulgadas.

Suena a sueño, suena a necesidad.
Querer fundirse en el cielo y sentir la metamorfosis hombre-pájaro.
Es tan reconocible, ¿a quién no le ha pasado?. Y a la vez es tan personal, tan propio.

Hablas de gritos y cristales rotos, de liberación...
Y de lluvia en el alma.

Yo tambien sentí la necesidad de esos gritos, y tambien me empapé de esa misma lluvia. Y lloví tanto, que casi me ahogo.

Cualquier día decidiras abrir nuevamente la ventana. Y tienes razón, tienes que estar atento, pero no a tus ruidos ni a tu lluvia. Estate atento al ruido de la vida, y entonces si, lánzate a ella. Sin miedo, amigo. La vida tiene los brazos fuertes.

PD: Como comentario a un inquietante texto escrito por Roberto Hinojosa en su blog Járiga

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