El 23 de Noviembre recibía una llamada telefónica preguntándome si estaba interesado en comprar una casa en Villacañitas.¿Villacañitas?. En un principio pensé que era una llamada comercial queriéndome vender algún apartamento en la costa. ¿Villacañitas?. El nombre me sonaba...¿Villacañitas?.
Quien me hacia la llamada resultó ser Juan Peña. Un poeta sevillano, que navegando por Internet encontró un "post" mío donde hablaba de ese pueblo, o mejor dicho , de ese libro ("Se Vende Villacañitas") :
"En aquel tiempo, la profesora de lengua nos leía Se Vende Villacañitas los viernes a la tarde. Dos páginas cada viernes. Escuchar aquella lectura hacia que me sintiera un poquito más libre, más persona, más niño. Me apena pensar que el único recuerdo bonito que tenga de la escuela sea aquella lectura. Villacañitas era mi refugio imaginario. Era el rato feliz, la tregua.
Recuerdo el tiempo de mi niñez, como un "dejar pasar", con las esperanzas puestas en hacerme mayor y entonces poder huir de todo cuanto me rodeaba.
Pero aquellos viernes a la tarde, si los recuerdo con nitidez y agrado. Para mi era un oasis. Un espacio y tiempo de evasión. No había gritos, no había miedos, solo el silencio y la voz emocionada de la profesora."Juan también tenía un recuerdo feliz de aquel libro, su lectura le hizo vibrar en su despertar adolescente. Y Juan salió a buscarlo. Estuvo buscándolo tiempo y tiempo y aunque fue costoso lo halló. El libro estaba agotado desde hacia mucho , pero en la red pudo encontrar uno usado. Cuando ya estuvo en sus manos, Juan me llamó. Lo quería compartir conmigo y me lo envió.
Es curioso, "Se Vende Villacañitas" me dió en la infancia momentos muy agradables, y ahora con canas en la barba, vuelve ese libro para ofrecerme otro momento hermoso. El que dos personas que no se conocen de nada, distanciadas a cientos de Kilómetros se pongan en contacto para compartir unos momentos de sus vidas cuyo nexo fue la lectura de un libro.
Lo he leído de nuevo, y la primera sensación que sentí tras su lectura, es que el libro había envejecido mal. Pero Juan, acertadamente, me corrigió con la siguiente reflexión:
"Quizás tendría que haberte advertido de que no leyeras Villacañitas con los ojos del hombre que eres, porque es cierto que la historia pueda resultar un tanto empalagosa por la bondad insistente e invariable de todos los personajes, y porque literariamente no es ningún portento. No debes pensar, sin embargo, que aquello que imaginaste y sentiste fue exagerado para tan poca cosa ("Es curioso lo que mi imaginación ha ido armando con el paso del tiempo, y lo que en realidad era.") No, aquello que sentiste fue algo muy verdadero, y acaso la incapacidad que ahora sentimos para vibrar con la lectura de ese libro, se deba no sólo a que el libro acaso haya envejecido mal, sino a que seamos nosotros los que nos hemos vuelto viejos, menos capaces de vuelo y de pureza."
Acciones como la de Juan, hace que uno no pierda la fe en la gente. La buena gente.
Ahora ya tengo el libro (lo escribió Lolo Rico) y además ahora tengo un nuevo amigo, por cierto, un excelente poeta.
¿A que ha sido una preciosa forma de acabar el año.?
Feliz año nuevo a todas y todos.
Urte Berri On.
PD: El libro lo he digitalizado, por si alguien, al igual que Juan y yo, quiere reencontrarse con él. Me lo pedís y gustoso lo compartiré.
4 comentarios:
El azar me trajo hasta aquí para comprobar que no sólo yo me acuerdo de este libro, que es pedazo de mi infancia.
Dos niños(¿eran Pedro y María quizá, o me traiciona la memoria?)cuya aventura leí y releí hasta ajar un volumen que aún conservo con cariño.
Descubrir al cabo de tantos años que se trata de un recuerdo compartido me ha resultado un auténtico placer. Gracias por ello.
Hola lo tendrás aún?
Me encantaría volver a leerlo.
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