2 ene 2012

Critica de Pedro Zabalza sobre media luna tatuada

CRÍTICA de TEATRO de PEDRO ZABALZA         (Diario de noticias,26 de Diciembre 2011)

Muerte accidental de un estilista.
KROMLECH es unacompañía que no tiene reparo en calificarse como de teatro aficionado, como si la etiqueta, más que como justificación del resultado de sus trabajos,testimoniara la pasión generosa invertida en ellos.

Desde sus comienzos,el grupo de Huarte ha emprendido un camino difícil y poco habitual entre los grupos no profesionales, poniendo en escena textos de creación propia sobre temas de crítica social (165 farolas) o tan poco habituales como la obra artística de Oteiza (Operación Oteiza).Vuelven ahora con otra obra en la que renuevan su compromiso con los temas sociales. Media luna tatuada disecciona en tono de crónica cotidiana la intrahistoria del racismo y sus consecuencias muchas veces

trágicas.La muerte accidental de un inmigrante argelino a manos de su jefe, el dueño de una humilde peluquería de pueblo,es el episodio que vertebra una trama en la que se ha pretendido ser fiel a la realidad y huir de maniqueísmos y de culpabilidades prejuiciosas. La obra pretende alejarse de la fácil clasificación de buenos y malos, al menos en el caso del malo, que se dibuja con la debida ambigüedad como para que juzgarle no sea sencillo.

El texto de Media luna tatuada está firmado por dos de los intérpretes, Javier Briansó y Josu Castillo, quienes, según he leído, han realizado un curso de escritura dramática para mejorar sus destrezas, lo que ya dice mucho de la seriedad con la que afrontan lo que ellos denominan afición. Han conseguido, en líneas generales, una historia abundante en situaciones cercanas, diálogos creíbles y personajes reconocibles, con cuyosproblemas es posible empatizar. Pese a una pequeña revelación final que, de todos modos, no influye en el desarrollo de la trama, Media luna tatuada no trata de disimular su previsibilidad. Más bien al contrario: el desenlace, y también gran parte del desarrollo, se anuncian en la escena inicial, lo que, a costa de sacrificar capacidad de sorpresa, incrementará el dramatismo de la acción que luego se presenta, de la que conocemos sus trágicas consecuencias antes que los personajes. Lo que se gana por un lado se pierde por otro, desde luego. La historia de la muerte de Ahmed/Óscar está enmarcada por una escena inicial, la visita de un inspector a la peluquería, que sirve para introducir el largo flashback en el que se nos cuenta la obra; y por otra escena final en la que el mismo inspector y otra compañera del asesinado resumen la, por decirlo de algún modo, lección moral del suceso. No está mal, pero tampoco tienen estas escenas una trascendencia narrativa. Sí que considero interesantes algunos detalles de escritura de la trama central, como la discusión entre el jefe de Ahmed y su mujer, en la que se capta muy bien la tensión de reconocer una pulsión racista y hasta violenta en alguien que se ama.

Las interpretaciones son meritorias, aunque todavía podrían afinarse un poco más para que suenen con la naturalidad que piden los diálogos. Destacaría el trabajo de Josu Castillo y de Ventura Ruiz, protagonistas de la escena que cito en el párrafo anterior. También me parece digno de mención el esfuerzo de Xabier Tirapu en el papel de Ahmed, sobre todo por el siempre difícil empeño de recrear un acento extranjero (aunque me permito indicar la pequeña incoherencia de que suene tal vez demasiado a árabe cuando al principio de la obra se comenta que al personaje podría tomársele por francés).

En cualquier caso, un trabajo estimable.

No hay comentarios: